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HistoriaEra II

El mundo es caos y el Dóminus es su reflejo. Yo soy el reflejo del Dóminus y con él ordeno al mundo.”.

- Turuk, el Fundador

Segunda Era

Año 1 - Los Días Oscuros

Con el Cataclismo, aparecieron Fracturas en el tejido de la realidad. Criaturas de otros planos cruzaron al mundo físico, y la magia se volvió errática. Conjuros fallaban, artefactos explotaban, y el Dóminus se convirtió en una amenaza.

No había ley. No había refugio. Solo caos, hambre y muerte.

Turuk surgió como figura de autoridad en Rojava y se decía que ya no era del todo humano. Que el Dóminus fluía por sus venas como sangre. Que vivía no por tiempo, sino por voluntad. Las creencias previas fueron desmanteladas. El Dóminus era ahora la única ley, y Turuk, su único intérprete.

Al principio, las etnias humanas cooperaron con él por necesidad. Pero la cooperación duró poco. Turuk no pidió lealtad. La impuso.

Durante esta etapa, solo los más poderosos de los linajes mágicos podían conjurar, y siempre bajo supervisión directa de Turuk. Esta práctica sería luego reemplazada por el sistema de Órdenes Herméticas. Lo que había sido tolerancia controlada se convirtió en una doctrina inflexible.

Año 12 - La Fundación de las Órdenes

Una vez estabilizado Rojava, Turuk decretó el fin de los linajes mágicos y creó las Órdenes Herméticas: instituciones que regulaban todo uso del Dóminus.

Las Órdenes eran tres:

  • La Orden Arcana permitía solo conjuros arcanos estandarizados, repetibles y sin alteración.
  • La Orden Invocatoria requería la aprobación directa de Turuk para cada criatura invocada.
  • La Orden Artífice replicaba artefactos aprobados por Turuk y los distribuía como instrumentos de control y vigilancia.

Cada Orden respondía solo ante Turuk. Entre ellas no había competencia, pero sí vigilancia mutua. Nadie escapaba al control. Ni siquiera los que controlaban.

Eran la ley, la justicia y el orden. Eran los ojos y oídos de Turuk. Eran la única forma de magia permitida.

La magia volvió a funcionar, pero ya no era libre, sino vigilada, dirigida y castigada.

Año 13 - Contención de las Fracturas

Con las Órdenes establecidas y el uso del Dóminus regulado, Turuk dirigió sus esfuerzos hacia las regiones aún sumidas en el caos. Su objetivo: sellar las Fracturas, recuperar el control territorial y expandir la presencia de las Órdenes en todo el continente.

Las primeras campañas fueron lideradas por magistrados de la Orden Arcana, encargados de estabilizar zonas donde el Dóminus se manifestaba de forma errática. Conjuros estrictos, rituales estandarizados y estructuras geománticas comenzaron a sellar grietas menores.

La Orden Invocatoria acompañaba los avances, detectando entidades aún presentes en el plano físico. Algunas eran exiliadas con intervención directa de Turuk; otras, demasiado inestables, eran contenidas en cámaras mágicas de confinamiento.

Mientras tanto, la Orden Artífice replicaba los artefactos autorizados, distribuyéndolos entre núcleos poblacionales como herramientas de control, monitoreo y seguridad. Cada artefacto tenía un único propósito. Cada uso, un registro.

Para el final del año, el dominio del Regente se había extendido más allá de Rojava, alcanzando los límites de los antiguos caminos de Nokord. Las ciudades comenzaron a reconstruirse bajo vigilancia mágica, y la población —aunque temerosa— encontró en el orden una forma de paz.

Turuk no buscaba aplausos.
Solo obediencia.

Año 25 - Contacto con los Hêzdar

Con Rojava estabilizada y el uso del Dóminus regulado por las Órdenes Herméticas, las expediciones comenzaron a avanzar hacia el este. El objetivo era extender la influencia del Regente y cerrar Fracturas aún activas más allá del dominio central.

Fue entonces cuando las Órdenes se encontraron con Nokord. No era tierra vacía. Era territorio de los Hêzdar.

Los Hêzdar no reconocían a Turuk, ni a sus emisarios, ni a su símbolo. Eran un pueblo endurecido por su supervivencia durante los Días Oscuros, de cuerpos resistentes y voluntad brutal. Sus ciudades eran fortalezas, su política una forma de guerra, su religión una forma de paz.

El primer contacto terminó en masacre. Un destacamento de la Orden Arcana fue aniquilado sin previo aviso. La respuesta fue inmediata: una delegación conjunta de las tres Órdenes fue enviada a recuperar el control.

Fue allí donde se descubrió lo imposible: los Hêzdar utilizaban un tipo de magia desconocida: Magia anímica.

No usaban conjuros, ni símbolos, ni artefactos. Su poder fluía sólo dentro de sí mismos, una suerte de lenguaje interior, intuitivo, que resonaba en su cuerpo. Una magia sin Dóminus. Una magia que desafiaba el principio fundamental del orden.

Turuk reaccionó con rapidez. Lo que no podía controlarse, debía suprimirse. En menos de una década, los territorios hezdar fueron sellados mediante estructuras de contención. Sus líderes, purgados. Su cultura, archivada. Su magia, prohibida.

La región de Nokord fue colonizada y los Hêzdar sometidos. Los pocos sobrevivientes fueron llevados a las ciudades de Rojava, donde fueron obligados a trabajar en las minas y en la construcción de nuevas ciudades. La magia anímica fue considerada una herejía y se prohibió su práctica bajo pena de muerte.

Año 34 - La Gran Estabilidad

A los ciudadanos comunes no se les permitía usar magia. Solo podían reportar anomalías, obedecer a las Órdenes, y esperar que las Fracturas no aparecieran cerca. Muchos lo llamaban paz. Otros, silencio impuesto. La mayoría, simplemente, obedecía.

Tras la colonización de Nokord, el dominio de Turuk se mantuvo intacto durante siglos. Las Fracturas seguían apareciendo, pero ahora eran contenidas por un aparato burocrático infalible. La población se adaptó al nuevo orden, pero en los márgenes —donde la vigilancia era más débil— comenzaron a surgir grietas no en el velo, sino en la obediencia.

Las Órdenes operaban sin oposición significativa. Las Fracturas fueron contenidas, los núcleos urbanos reconstruidos y la vigilancia sobre el uso del Dóminus se volvió total. El continente se mantuvo en una aparente calma, pero bajo una tensión creciente.

Cada tanto una facción rebelde surgía, pero eran rápidamente aplastadas por las Órdenes. La resistencia era vista como un acto de locura, y los rebeldes eran considerados traidores a la paz.

Año 675 - El resurgimiento animista

Pasaron muchos siglos hasta que volvió a verse la chispa de la rebeldía. La magia de los Hêzdar había sido erradicada, pero no olvidada.

Las Ordenes Herméticas, aunque poderosas, no podían controlar todo el territorio. Las regiones más alejadas de Rojava comenzaron a ser refugio de aquellos que se oponían al dominio del Regente. En estas tierras, los animistas comenzaron a practicar su magia en secreto, transmitiendo sus conocimientos de generación en generación.

La llama no había muerto, solo se había ocultado bajo cenizas. Lo que las Órdenes creían extinto, regresó con más fuerza.

Al mismo tiempo, líderes y personas influyentes comenzó a cuestionar entre susurros el dominio de Turuk. La magia había sido un recurso para la supervivencia, pero ahora se había convertido en una herramienta de opresión. Los líderes comenzaron a conspirar en secreto, buscando formas de debilitar el control del Regente.

Año 724 - Caída de Turuk

En el año 724, la estructura comenzó a resquebrajarse.

La resistencia se organizó.

Los animistas encendieron la chispa.

Y Korg, el líder de la rebelión, se convirtió en llama.

Turuk fue vencido.

No hubo juicio.

No hubo funeral.

Solo cenizas.

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